Hace unos días hablaba con alguien de cómo se echa de menos en la vida
analógica, manual el uso de comandos para realizar determinadas acciones. Cuando escribo en la pizarra, con frecuencia siento un impulso automático de querer hacer
Ctrl+C, Ctrl+V, seleccionar todo, añadir columna a la derecha o cosas parecidas... pero de repente salgo de mi ensoñación y me doy cuenta de que sólo tengo un rotulador y una
whiteboard.
Sin embargo, también me he dado cuenta de que he ido incorporando poco a poco (a veces de modo inconsciente, después con alevosía y premeditación) algunos elementos propios de nuestro modo de estar frente a un ordenador o en la red, a fin de que el alumno identifique una serie de iconos o símbolos que reconozcan y con los que se sienta cómodo en su (importante, necesaria, demandada) relación con la pizarra.
Lo primero que intruduje en mis clases fue
una barra de estado que hacía referencia al momento en el que no encontrábamos en relación a la presentación/asimilación de determinados contenidos, normalmente formales. Recuerdo que la primera vez que utilicé este recurso fue presentando los pronombres de CD y CI, para que el alumno percibiera en que punto del proceso se encontraba (identificación de la necesidad de usar estos pronombres, los pronombres de CD que hacen referencia a objetos, después los que hacen referencia a personas, etc.)

Un segundo elemento que
extraje de la vida digital fue el de
las etiquetas. A la derecha de la pizarra comencé por escribir las palabras clave relacionadas con la lección del día. Comencé escribiendo una lista y poco a poco fui perfeccionando mi rústico sistema de etiquetado y fui identificando la importancia de unos y otros elementos por tamaño (siguiendo la idea de las nubes de etiquetas de los blogs y el tamaño de la fuente en función de la cantidad de entradas asociadas a dicha
tag). Es una forma de que los alumnos (y el profesor) tengan presentes los objetivos, las funciones y los contenidos de lo que están aprendiendo.

Después decidí, en diversos momentos, incorporar
los botones para minimizar, maximizar y cerrar ventanas y aplicaciones. En este caso, pretendía introducir un elemento lúdico pero, al mismo tiempo, hacer ver al grupo de modo gráfico cómo
aparcábamos, retomábamos o dábamos por completado algunas fases del proceso, algunas actividades, explicaciones, tareas...

Otras veces he simulado que la pizarra tenía
una barra de inicio como la de Windows y ahí en supuestas ventanas minimizadas sobre las que iba haciendo
clic, les presentaba la programación de la clase o la secuencia de actividades.

La reacción de los alumnos siempre es positiva, muy positiva.
Identifican inmediatamente el dibujo con los iconos o aplicaciones que hay en los programas o en la red y esa identificación incorpora el significado, es decir, la función que desempeña en su ordenador es la función que va a desempeñar en la pizarra y en la clase, por lo que no requiere de más explicaciones de por qué o para qué se ha pintado eso en la pizarra. Desde el punto de vista pedagógico, estos recursos ayudan a ordenar la pizarra y a que el alumno se sienta más seguro al saber qué está haciendo en clase, para qué lo está haciendo o le estamos proponiendo que haga, en qué fase del proceso se encuentra, etc.
¿Habéis utilizado esto alguna vez? ¿Se os ocurren otros iconos, símbolos, conceptos que podamos
exportar de lo digital a nuestras pizarras de tiza o rotulador en este sentido? ¿Podríamos
aplicar esta idea de transferencia o calco de elementos portadores de significado y funcionalidad en lo digital a otros aspectos del proceso de enseñanza-aprendizaje, a otro tipo de materiales, que nos ayuden en el aula?